
Cuando en nuestra infancia nos privan de la caricia crecemos desvirtuados e incluso enfermos. No podemos sobrevivir si no nos sentimos amados.
Esta necesidad perdura a lo largo de nuestra vida y en etapas cruciales como la adolescencia por muy difícil que se lo pongamos a nuestros padres, necesitamos poder recogernos y notar su caricia y abrazo nos da la seguridad que nos hace falta.
Mas adelante nosotros repetimos patrones con nuestros hijos y muchas relaciones padres, madres hijos se malogran por la falta de un contacto tierno y reconocedor.
Aun en nuestra etapa de mayores la soledad nos lleva a necesitar de la caricia y el cuidado mas que nunca. Si no nos sentimos arropados, cuidados, si nos vemos abandonados es que nuestra existencia ya no es necesaria entonces para qué seguir adelante.
Se ha demostrado que una persona que es acariciada se conserva mejor porque segrega hormonas de placer, se siente estimado y esto le brinda mas alegría de estar vivo.
Hemos podido contar con la presencia de Maria Julia Sánchez, gran didacta y dra. de la escuela de biodanza de Cancún (México).Con su buen hacer y sencillez nos llevó a través de una vivencia muy emotiva cargada de emoción y ternura.
Gracias desde aquí por tu bien hacer.
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En biodanza el único experimento es vivir.
Antonio Juanas dr. Escuela TERRAMAR MALLORCA